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LA FE DEL ALMA
Comedia en tres actos y en verso
— ORIGINAL DE —
(Hmfa. é. éúx&m.
Estrenada con aplauso en el teatro de San Felipe
y Santiago, la xoche del 8 de Agosto de 1866.
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MOWTEVM>EO:
1MP. OKIE53TAL, CALLE 35 DE MAYO SUM. 50
1866.
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€omedia en tres actos y en verso
— ORIGINAL DE —
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LSTRENADA CON APLAUSO EX EL TEATRO DE SAN FiíLIí'í
v Santiago, la noche del 8 de Agosto de "IsfiC.
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MONTEVIDEO:
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C¡nü) siXurnooo) /amrach
©a) &.c) huAv«\cO tacüacO nwnl oluwma) c-v mavc! co.
rrvwW At) itoIü), muLoa hcb> imuai. oe) ¿.cauXo) n/LVt-, üai»
moholW «m) £&«muj!j ¿vota) mo?i) «L-, talactió o.«— , auWw-s ¿u»
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CÍ?A
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University of North Carolina at Chapel Hill
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REPARTO.
■*S2$$0&¡.
Personas.
Actores.
Sugenia.
Sra. Belén Yigones.
Margarita.
Sra. Carolina T, do Enamorado.
Andrés.
Don José García Delgado.
Ricardo.
" José Enamorado.
IíUÍS.
í: Manuel Fernandez.
Un criado.
" N. N.
La escena pasa en Montevideo.
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¿fe^-^v^-,
ACTO PRIMERO,
ílon decentemente amueblado, puerta al foro que se supo-
ne entrada de la calle, y laterales — Lienzos, caballete, pin-
turas, &a. una mesa de labor y útiles. — Son las diez de la
:noche.
ESCENA I.
Eugenia (sola.)
Oh Dios! cuanto tarda Andrés.
esto de la raya pasa;
sale al alba de su casa
y aun no ha vuelto, y son las diez.
Qué se hicieron esos dias
de paz, amor y sociego,
en que me pintaba el fuego
de pasión que no sentía"?
Fuego sublime sin par,
que aun en mí vive y se espande,
tan ardoroso y tan grande
que nadie puede borrar.
Ah! concluyeron al fin,
para el hombre todo muere;
algo nuevo siempre quiere
para avivar su festín!
Y que ejemplo estamos dando
á nuestra hija que mira;
ella vé como suspira
su madre, que está esperando.
Ella siente abrir la puerta
de la calle, y á deshoras
oye las voces traidoras
de alguna fútil reyerta.
Y comprende, es cosa fija
613282
y á decirlo no se atreve; —
y Andrés, á Andrés no le mueve
la inocencia de su hija! .
(Margarita aparece por la derecha,)
Ella viene, y sin embargo
me quisiera dominar;
que no me vea llorar
que mi llanto es muy amargo! -
ESCENA II.
Dicha y Margarita»
Mar» Mamá te quería hablar.
Eug. Qué me quieres?
Mar. Tú has llorado?
Eug. No tal, es que me he atareado
y la luz hace llorar. . ...
Mar. Un dolor me has ocultado
que la alegría te quita
ay mamá!
Eug. No Margarita,
quien sufrir puede á tu lado?
Mar. Ah! no, que yo sorprendí
en tus* mejillas tan bellas,
de las lágrimas las huellas
que tú ocultabas de mí.
Y lloré, señora, mas
á mis solas, por tu llanto,
sin atreverme, entre tanto,
á preguntarlo jamas!.
Por qué lloras? á mi ver
de tí ha huido la alegría. . . .
Eug. Hay dolores, hija mía
que no debes comprender.
En la vida que cruzamos
llena de espinas y abrojos,
es el llanto de los ojos
la savia que derramamos.
Y ese llanto que es fecundo
y que vierten las mugeres,
suele dar, no desesperes,
opimos ñutos al mundo! —
Tú no debes comprender
por qué este llanto se vierte,
la muger, cuanto mas fuerte
debe mas llanto verter.
Que ese lloro es la inquietud
que rebosa en nuestra mente;-
el crimen seca su fuente
pero nunca la virtud!
Las lágrimas que derramo
son lágrimas de consuelo,
ellas son el noble anhelo
de la esperanza con que amo.
Ya vés no debes tratar
de conocer este llanto,
él es, Margarita, un santo
tributo que hay que pagar!. .
Mar. Bien mamá, ya que prolija
no revelas tu quebranto,
ni haces que caiga ese llanto
en el seno de la hija —
Permite pues, madre mía,
ya que inquirir no he podido
tu lloro; que corra unido
con el que vierto á porfía.
EüG. Ah! llorar tú, pobrecilla,
empañar así tus ojos,
y marchitar los sonrojos
que embellecen tu megilla?¡
~- 10 —
Llorar, cuando la existencia
te sonríe dulcemente,
cuando revela tu frente
el sello de la inocencia.
No Margarita, tenaz
el dolor, muchos encierra,
alma que el pesar aferra
no se emancipa jamás !. . . .
Mar. El dolor, no he de saber
madre mía, que te embarga?. .
Eüg, Sigue así, la vida es larga
mucho tienes que aprender!
Mar. Bien dejemos la tristeza
y cosas mas lisonjeras
hablemos.
?Eug. Como tú quieras. . . .
Y por que callas? empieza —
Mar. Pues bien, ya que das licencia
voy una historia á contarte —
me prometes no enfadarte? —
Eug. Margarita que inocencia.
Pues no eres tú mi alegría
mi cariño y mi alborozo?
que oyéndote siempre gozo?
que eres mi dicha, hija mía?
Así pues, empieza yá
que quiero oir esa historia.
Mar. Molestaré tu memoria
mientras no viene papá.
Era una tarde preciosa
En que el sol resplandecientes
iba bajando á occidente
entre una faja de rosa:
En que apenas levemente
>la brisa fresca pasaba?
— 11 —
y entre sus pliegues llevaba
de las flores el ambiente.
En que apenas se dilata
la brisa sutil, cantando,
la cabellera rizando
de ese magestuoso Plata.
Yo con María, á paseo
salido esa tarde había,
y el recinto en mi alegría
lo busqué como recreo.
Así empezamos á andar
y mi vista contemplaba,
un bergantín que surcaba
la inmensa estencion del mar!
Yo extasiada al ver la lona
que como blanca gaviota
cruzaba la mar ignota
quizá buscando otra zona,
á, mi espalda no escuché
los gritos que un hombre daba;.
cuando con brío aferraba
los corceles de un cupé,
que briosos, enceguecidos.
como rayos avanzaban
y ya mi espalda tocaban,
y pisaban mis vestidos.
Di vuelta, no sé por qué,
ay! mis ojos se cerraron,
y mis labios exhalaron
un grito, profundo á fé.
íug. Oh! Dios, y qué sucedió'?
Iar. Yo no supe, madre mía
perdí el sentido» . . .
bjg. Y María
no estaba a" tu lado?
12
Mar. No!
Se habia alejado, por fin
y en una piedra sentada,
también estaba extasiada
contemplando el bergantín.
Eug. Pero de tan rudo aprieto
como saliste, hija mía ?
Solo Dios, te salvaría.
Mar. No mamá, ese es mi secreto.
Eug. Como así, cuando pasaron
los caballos desbocados
se desviaron?
Mar. Mas cegados
en las piedras se estrellaron
con estrépito imponente
en el sitio en que yo estaba.
Eug. Pero como ? espiica, acaba,
un milagro solamente .
Mar. Cuando el carruaje se vio
que hacia mí se dirigía,
un hombre que allí veía
el peligro, me salvó.
Eug. Dios de Dios! cuéntame pues.
Mar. En sus brazos desmayada
quedé mamá, sin que nada
pudiera esplicar después.
Eug. Quién en Dios su fé no guarda! . .
Mar. Ah! sí, sí, mas mi destino
puso á ese hombre en mi camino
como al ángel de mi guarda!
Eug. De manera que ese hombre
que te ha salvado hija mía,
un artesano sería,
dime, no sabes su nombre?
— 13 —
que tu padre premiará
ese arrojo sin medida.
Crees que sí?
Salvó tu vida
y él generoso será.
Y tú te has visto otra vez?
Sí. ...
Donde Margarita, di.
En mi pecho, madre, aquí,
aquí le he visto después.
Ahora me acierto á esplicar
que tú le amas, no es así ?
Ño madre, le agradecí
y agradecer no es amar.
Por que el alma necesita
tan dispuesta á las pasiones,
tener grandes emociones. . . *
Tienes razón, Margarita.
El con arrojo sin par
su vida espuso, y ufano,
cuando le tendí mi mano
apenas podia hablar.
Le agradecí, madre mía,
su acción, entre mil sonrojos,
y él en mí fijó sus ojos
llenes de dulce alegría.
Y dijo lleno de fé:
Bendigo mi buena suerte
que ella salvó de la muerte,
á un ángel como es usté.
Una lágrima rodó
de mis ojos, al momento.
De amor?
De agradecimiento,
que mas pude darle yo ! . . . .
14
Luego agregó;— señorita
su nombre puedo saber?
y mis labios, si a querer
balbucearon — Margarita.
Margarita! repitió
su mano tendiendo ansioso, .
la estreché, y él generoso
me dijo adiós ! y partió.
Y desde aquesa ocasión
de que os hice ahora el relato,
yo conservo su retrato. . . .
Eug. En donde ?
Mar. En mi corazón !
Eug. Bien hija, es joven?
Mar. Ah! sí.
Eug. Y le has visto otra vez?
Mar. No!
Eug. Y se llama?. . ...
Mar. Qué sé yo
si un solo instante le vi.
Eug. Ah! Margarita, ese llanto
que á solas verter te es dado,
no es por mí, es que has cambiado-
por tus dichas el quebranto.
Mar. Desde ese día que fué
madre, de tanta amargura,
mis pinceles, la pintura,
todo, todo lo olvidé.
Y es que no encuentra mi mente
de mis bocetos la gloria,
por que al héroe de mi historia,
lo tengo siempre presente.
No vés mis lienzos allí?
No vés allí mis pinceles?
fueron compañeros fieles
mamá, desde que aprendió
Pero hoy. . . .
Eüg. El qué hiJÉi mía ?
Mar. Todo me causa dolor.
Euci. Lo que sientes es amor,
por eso todo te hastía.
Mar. Mamá !
Eüg. La verdad es sí
que amas á ese hombre es cierto ti
Mar. Ah! madre mía no acierto.
á decir lo que hay aquí.
Eug. Es que al sentir ei dolor
y de no verle el tormento,
lo que fué agradecimiento
se ha convertido en amor.
Es que el alma hija adorada,
á veces sufre y se agita,
por que hay algo Margarita,
que no puede calmar nada.
Y no es esa una ilusión,
es una pasión que crece,
que vive y se fortalece
aquí en nuestro corazón.
Es el germen de un amor
que nuestra dicha arrebata,
y que en el alma aquilata
por momentos el dolor í
Si aun es tiempo, guarda pues,.
la fé que Dios te ha inspirado.
Mar. Madre mía, he batallado
y él me ha vencido otra vez.
Eug. Dios tal vez te inspirará
su justicia es siempre cierta.
(Simia en el interior una campanilla.
Mar. Ah !
— 16 —
Alguno llama á la puerta.
Mar. Es cierto, será papá.
Eug. Vé á tu aposento hija mía
y descansa.
Mar. Hasta mañana. . . . (Se vá*
Eug. Pobre flor, que ayer ufana
ostentó su lozanía.
Hoy la mano del destino
su tallo á tronchar se atreve .
Haz, Señor, que á ese ángel lleve
su estrella por buen camino !. . . .
ESCENA III.
La Misma y Andrés.
And. Aun despierta ?. . . .es cosa fuerte
encontrarte siempre así.
Eug. Andrés
And. Soy un maniquí
con que tu amor se divierte ?
Sin haberse ido á acostar.
Eug. Es que sueño no tenía.
And. Y cualquiera pensaría
que yo te hago trabajar.
Esto es vivir en zozobra
como mendigos, no es esto?
trabajando, por supuesto. . . =
Eug. Quiero concluir esta obra. . . .
And. Eso viene á hacer creer
oh! mi paciencia se exalta !
que trabajas, por que falta
dinero para comer !
Eug. Andrés, por Dios, habla bajo.
And. Si no puedo resistir;
esto Eugenia no es vivir*
— 17 —
3£vüg. Te enfadas por que trabajo?
And, Por Dios, señora, que Vd.
acaba con mi paciencia,
esto es mas que impertinencia
esto es abusar á fé\
Yo reniego de mí mismo
si esto no acaba, en mal hora,
esto, mas que amor, señora,
es para mí un sinapismo.
Todo por saber no más
á que hora he entrado en casa,
vamos Eugenia, esto pasa
de los límites, estás ?
Pues señora, en adelante
quiero vivir sosegado,
no autoriza el ser casado
á vivir como un pasante.
Desde mañana vendré
á launa, á la madrugada. . „ =
Eüg. Andrés, si no digo nada.
And. Que no dices nada? y qué?. .
con esa cara que pones
haciéndotela inocente.
Eug. Es Andrés. . . ..
And. Es que imprudente
á que me enfade te espones=
Es que por mi suerte ingrata,
siempre la víctima haces,
y yo no quiero que pases
ante mí por mojigata.
Es que no quiero que estés
siempre haciéndote la mona,
y haciendo de mi persona
siempre, en casa un entremés.
— 18 —
Eira. Ay! tu razón no previene
que la niña todo escucha t
y que sostiene una lucha
por el amor que nos tiene ?
Ño comprendes ja y de mí !
que la pobre Margarita
sufre y calla, pobrecita !
por no quejarse de tí ?
Ño comprendes que á su edacP
ella vé cuanto aquí pasa,
que el desorden de esta casa
raya en la temeridad ?
No sabes por vida mía
que sufre por tu egoísmo ?
And. Vá! vá ! vá! siempre lo mismo
dictando filosofía. . . .
A una cátedra, señora,
adietar leyes y todo,
y veréis que de ese modo
cobráis fama de doctora.
Y luego con osadía
ponéis allá un cartelon,
que diga: — Eugenia Alarcon
doctora en abogacía.
Que ante el público, eso estás ?
es muy bueno, y entra en cuenta
que en cuanto á mí me revienta
y no puedo sufrir mas!. . . .
£ug. Bien Andrés, ya. que imprudente
mi justo enojo provocas,
y que á tu esposa colocas
como auna pobre demente,-—
Escucha con atención
lo que á decirte me atrevo,
si te lo digo, es que llevo
— 19 —
la hiél en mi corazón \. . . .
Tantos años que has vivido
de tu mujer á su lado,
cariñoso y respetado,
y de todos atendido.
Faltó Andrés, di la verdad
en tu casa la alegría ?
Oh ! no, jamas, por que había
en ella felicidad.
Mas desde que el interés
tus costumbres ha cambiado,
en tu casa, no has hallado
la felicidad, Andrés.
Pero tú has ido á buscar
placeres que no conoces;
sin pensar que no hay mas goces
que en el doméstico hogar !
La esperiencia te dirá
lo que en tus planes no entra;
la felicidad se encuentra ■
donde la familia está.
Talvez sigues el horror
de tu singular destino,
mas ay ! sigues un camino
que conduce al deshonor !
And. (Tiene razón) — mas ahora
estas pláticas que escucho,
y con las que ha tiempo lucho
me desesperan, señora.
Que no soy un criminal
en mi conducta, yo advierto,
y si por que me divierto
á Vd. le sienta tan mal —
Que hacer? — tener paciencia
que no soy ningún chiquillo;
— SO —
y á veces me maravillo
de tener tanta prudencia.
De noche vendré á dormir
cuando yo quiera, señora,
y si esto á Vd. le encocora
no tiene mas que sufrir !
Donde vamos á parar
si Vd. me riñe por todo ?
logrará Vd. de ese modo
hacerme desesperar.
Con que asi á tu habitación
descansa y pasa la vida,
y por esta vez, querida,
que aproveche la lección.
Eug. Bien Andrés, me voy, por fin
talvez el placea te hastíe,
entre tanto, goza y ríe
que este mundo es un festín !. . . .(Se va.)
•ESCENA IV.
Andrés (solo.)
Por Dios ! malditos placeres,
siempre igual, así, lo mismo,
sien pre el mezquino egoísmo
ha de guiar alas mujeies
Si uno se escapa en un tris
de perder el juicio; vamos
los hombres que nos casamos
somos muy locos — Luis ! (Llamando á
(Lías que se supone esperándole.)
ESCENA V.
. el Mismo y Luis.
Luis. Concluyó la discusión ?
fué acalorada á fé mía.
— 21 —
And. Mi mujer es una harpía
con quien no hay paz ni razón.
Siempre gruñe, siempre grita,
siempre llora, desdichada !
y si no la digo nada
me sale con Margarita !
Como si la pobre niña
metida en su habitación,
pudiera oir el tezon
de esta continuada riña.
Luis. Querido Andrés, la mujer
es un ser del todo adusto,
muchas veces nos dá susto
y en otras nos dá placer.
Si tú riñes, ella calla,
si tú callas ella riñe,
á tu gusto no se ciñe
y así se arma la batalla.
Lo mejor para vivir
con una mujer casado,
es entrar siempre callado
y así callado salir.
Riñó, silencio profundo. —
¿ Por qué á esta hora te retiras ?
Ya no me quieres, no miras
que eres mi Dios en el mundo !.
Silencio, no decir nada,
ni aun lo de esta boca es mía,
y entonar de la Lucía
alguna aria destemplada
Con esto y venir á casa
á la hora que te dé gana,
y salir por la mañana
sin nada decir, se pasa
todo el mal estar que ves,
y si estas razones todas
no bastaran é incomodas?
te vas y vuelves después-
And. Magnífico! esta lección
rae dará sus resultados.
Luis. Andrés, todos los casados
tocan en coro el violón.
Tú que la razón evocas
y haces de ella alarde y gala?
debes conocer la escala
del instrumento que tocas.
La mujer es un violón;
si dejas las cuerdas rotas,
verás que salen las notas
desmintiendo el diapasón.
Pero si estirándolas
el arco pasas sobre ellas,
verás que notas tan bellas
del violón arrancarás ! . . . .
Con que asi el arco eres tú,
y el violón tu mujer es;
darle mucho arco y después
ya verás que no hace el bú.
Esta receta te doy
por que te aprecio, Andrés mío.
And. Yo la acepto y en Dios fío
que á regenerarla voy.
Luis. Qué hora tenemos ?
And. Las dos.
Luis. Buena hora.
And. Nos marchamos ?
Luis. A dos y media quedamos
estar allí, vive Dios !
And. Deja que de mi caudal
saque algunos nacionales.
Luis. Ola ! . . . .con que tus caudales
los guardas así ?
And. No tal
Sabes que solo el honor
me ha llevado á esas jugadas;
mal pueden quedar guardadas
rentas de un procurador.
Luego después la familia,
el teatro, las diversiones,
nos absorven los doblones
y esto muy mal se concilia.
Y la, fortuna se vá
sin que atajarla podamos,
á no ser Luis, que emitamos
billetes como Mauá.
Y algún ministro tal cual
que comprendiendo la hacienda
algún buen decreto tienda
que nos garanta el caudal.
Y aunque el decreto en cuestión
lo llamen malo, arriesgado,
que importa si él ha salvado
del todo la situación ! . . . .
Luis. Bravísimo es la verdad; !
yo que siempre fui banquero
me pronuncio, y el primero
en cuanto á moralidad.
And. Tú banquero ?
Luis. Y es mentira ?
No me has visto haciendo banca
y sorver la última blanca
del que jugando respira?
No me has visto gritar, sí,
con énfasis as y rey,
y ganar con toda ley
— 24 —
al que jugó contra mí?
Pues bien, si en el juego vés
algún negocio que callo,
yo juego al as y al caballo
como á la sota después.
Y esto que visible está
que no soy un potentado : —
juego por que tengo al lado
los billetes de Mauá.
And. Yo te lo digo, y me fundo
que mucho al juego se pierde»
Luis. Mira, la carpeta verde
es el pan de todo el mundo.
Allí vés al redactor
de un periódico de moda,
allí vés la gente toda
de buen gusto y buen humor;.
y vés la banca, el tesoro,
y vés girar los caudales:
saca pues los nacionales
y vamos á buscar oro.
La vida es todo jugar,
con que así, ven y juguemos;—
Andrés, desde que nacemos
vamos jugando al azar.
And. Ay ! Luis, que tienes razón — •
en algo el tiempo se pasa;
qué diablo! el estar en casa
dá fastidio al corazón.
Luego la plática ingrata
de mi mujer, me parece
que todo eso me enloquece,
me enferma, vamos me mata..
Luis. Ya lo creo si fastidia;
y por la noche ? no es nadaí
pues batallar con la almohada
no fuera pequeña lidia.
De esas reyertas el fuego
te han de matar la ilusión. . . ,
para encontrar distracción
hay que buscarla en el juego,
And. Y entre papelotes. . . .
Luis. , Pues. . . .
And. Es cosa que ya me empacha. . . *
Luis. Busca los pesos, despacha,
que ya van á dar las tres.
And. Voy por ellos. (Se vá)
Luis. Yo te espero.
ESCENA YI.
Luis (solo.)
Se presenta el juego bueno;
qué diablo ! que siga el trueno
y que se nnda el mundo entero.
El juego !. dónde hay mayor
goce que el estar jugando ?
siempre la suerte rodando
de uno á otro jugador;
siempre el oro allí á montones
sin encontrar quien repare;
y á la voz de — no hay quien paro-
agitarse los doblones:
y estar, sin que nunca llegue
de ese placer la apatúi;
¿habrá alguno que en el día
en las carpetas no juegue?
Quién es el ser de mal gusto
que de gozar no halle medio '?
Allí se consume el tedio..
allí se ahuyenta el disgusto ! . —
Si se gana; yo me alegro
por que al fin, para eso vamos;
y ya en el camino andamos
de que Andrés sea mi suegro.
Margarita es muy hermosa
y empiezo á tenerla amor —
soy de Andrés el director
en esta carrera honrosa. - » .
(Indica el juego de baraja.)
Con que todo hay que esperar.
ESCENA VIL
el Mismo y Andrés.
And. Ya estoy de vuelta, al avío.
Luis. Traes ?
And. A tu tino lo fío (Dándole una cartera.)
Luis. Hoy tenemos que ganar.
And. Y traigo también la llave
de la puerta del jardín.
Luis. Ay Andrés, veo que al fin
vas entendiendo la clave.
And. Voy á matar esta luz;
salgamos al punto, quedo.
(Apaga la luz, y salen por la puerta del joro
sin hacer ruido — TJn momento de silencio.)
ESCENA VIII.
Eugenia, (sola.)
(Sale de su habitación, desde la cual se supone ha
escuchado la escena anterior. — Trae una luz que co-
loca sobre la mesa.)
Oh, Dios mió! ya no puedo
— 27 —
con el peso de esta cruz !
Todo lo oí; su razón
le estravía ese hombre infame:
y aun pretende que le ame
la hija de mi corazón !
Hija del alma !.
ESCENA IX.
La Misma y Margarita.
Mar. Mamá!
Eug. Qué es lo que haces Margarita ?
( Con reproche.)
Mar. Madre, la hija necesita
velar por sus padres
Eug. Ah !
Mar. Oh ! por Dios, perdóname
si el secreto he sorprendido !
las lágrimas que has vertido
son madre justas á fé.
Y de hoy mas, con mi dolor
aun tiempo las verteremos !
Eug. Hija mía!.
Mar. Lucharemos,
y Dios nos dará valor !
FIN DEL ACTO PRIMERO.
ACTO SEGUNDO.
La decoración del anterior.
ESCENA I.
Eugenia, Margarita y Luis.
Luis. Aun no se ha vestido Andrés? (De fié.)
Eug. Creo que no.
Luis. Pues lo siento;
voy á entrar á su aposento
si usted me permite: pues
tensro un asunto de cuenta
que comunicarle al paso.
Eug. Un asunto?
Luis. Sí, el traspaso
de una escritura de venta.
Eug. Bien. .. .(Haremos un esfuerzo)
Puede usted pasar, señor.
Luis. (Oh! la chica es un primor!)
( Reparando en Margarita que se ocupa de pin-
tar un cuadro)
^TENA II.
Dichos y Andrés, (que sale recorriendo
un legajo sin reparar cu la escena.)
And. Está pronto ya el almuerzo?
Eug. Sí, Andrés ......
And. Es cosa esta
que no hay mucho que estudiar,
no hay mas medio que pagar
sino viene la protesta
Ola! tan temprano aquí ? (á Luis.)
Luis. Temprano? pues son las doce,
— 30 —
Ay! Andrés, ya se conoce
que el sueño ha huido de tí.
And. Es cierto, es mucho sufrir;
tantos y tantos legajos
Ay, Luis mió! estos trabajos
no me dejan ni aun dormir.
Yo no como, yo no vivo;
Ola! la niña aqui está.
(Reparando en Margarita.)
Mar. Muy buenos dias, papá.
And. Muy buenos . „ (Con ceguedad.)
Mar. (Oh! tan esquivo
con su hija )
Luis Es un primor
(Mirando el cuadro en que trabaja Margarita.)
el trabajo que usté ostenta.
Mar. Un cuadro que representa (con intención.)
la vida del jugador.
And. (Oh, Dios! que rareza igual!
¿si á mi me estará copiando!)
Luis. Mas usted lo está pintando
como capricho
Mar. No tal
Esta es una situación
de la vida, y yo me fundo
que las miserias del mundo
deben pintarse cual son.
Diga usted, no es la verdad?
And. (Estoy con el alma asida. . . .)
Mar. Pinto del vicio la vida
con sus formas y fealdad.
Voy á esplicarte papá
de mi cuadro el tipo fiel?.
al que ahora mi pincel
dando colorido está.
— 31 —
Luis. (Tengo la vida en un tris).
And. (Chico, nos están copiando.)
Mar. Voy á seguir esplicando:
acerqúese usted, don Luis.
Luis. Pues no! . . . .Con mucha atención
me quiero fijar en ello,
y de ese cuadro tan bello
con gusto oir la esplicacion!
Mae. El tipo, tal cual está
os llegará á interesar.
And. Pero vamos á almorzar;
después
Mar. Espera, papá.
Ven ustedes á ese hombre
con ese traje menguado?
pues bien, era un abogado,
un procurador sin nombre;
que su trabajo le daba
un pasar no muy escaso,
con el que diré de paso
su familia sustentaba.
Y aun que sin nombre tal vez,
él respetado vivía,
porque respetar sabía
su probervial honradez.
Porque en su casa prolijo
todo su mundo miraba,
y su porvenir cifraba
en su mujer y su hijo.
, Pero llegó un dia luego
queá un amigo recibió,
y ese amigo lo llevó
ú una carpeta de juego.
Allí el oro rodar vio
de una mano á otra pasando,
32
y esa cambio contemplando
el primer doblón jugó!. . . .
A él incauto é inocente
!a fortuna sonreía,
y á su alrededor veía,
la moneda reluciente.
La fortuna es siempre así,
y es mas ingrata en el juego;
dá el almivar, pero luego
vuelve la espalda ¡ay de mí !
La suerte le fué desleal,
siguió jugando y jugando
y así la vida pasando
perdió el último real.
Su familia abandonada
en la miseria vivía,
y la esposa se moría
por el trabajo estén uada,
Ál niño que asi sufría
el padre jamás miraba,
la fiebre lo devoraba
y solo jugar quería.
El queriendo continuar,
para saciar su apetito,
cometió el primer delito
y robó para jugar.
ánd. Qué horror!
Mar. No he concluido.
Luis. Mas el retrato es ficticio. . . .
Mar. No, don Luis; este es del vicio
el cuadro mas parecido.
Principia por diversión
y en grados creciendo vá.
And. (Mi hija copiándome está !
Oh, que cruel espiacion ! „ . , .
Mak. ¡Robó dije, y al robar,
el honor que le quedaba,
con el robo lo jugaba
sin poderlo remediar.
Y el hombre que lo arrojó
al fondo del precipicio,
no horrorizado del vicio
otro camino le abrió.
Y le conduio cruel
sin oponer resistencia;
tan fuerte era la influencia
que ejercía sobre él.
El le dijo, hay que sacar
oro, aun matando al hermano,
y el ladrón armó su mano
de un puñal, para matar.
Y así alejado del bien
á nada oponerse quiere —
y entonces le dijo: — ¡hiere !
y fué asesino también ! . . . .
And. Pero ese hombre es decir
que llevó una vida horrible. . .
Ese es un cuento increíble. . . .
Increíble ?. . . . voy á conluir.
Y asi después de matar
con el crimen se abrumaron,
y un sitio, don Luis, buscaron
para poderse ocultar.
Horrorizados se van
sin encontrar un abrigo;
sin mirar un rostro amigo,
sin un pedazo de pan ! . . . .
Aquel que condujo al mal
al que en el lienzo he trazado»
Murió ?. . . >
Mar. Mas no perdonado
de su vida criminal !
Luis. Y ese que pintáis ahí?. . . „
Mar. Mirad ahora en lontananza. . . „
And. Una horca í .
Mar. La esperanza
que vá buscando está allí !
And. El cuadro es horrible á fé.
Eug. Muy moral
Luis. Sobre manera. „ . .
Mar. Ahora, don Luis, yo quisiera-.
saber la opinión de usté.
Luis. Señorita, mi opinión
en materia de pinturas „.
Mar. No es de eso, de las figuras.
de que hice la descripción.
Luis. Señorita, el cuadro es
horroroso, mas no acierto
á decir si él es tan cierto
como el colorido, pues
no conociendo yo así
la escena que usté ha trazado
y que tan bien la ha pintado. . . »
And. (Ah ! Luis, vamonos de aquí !)
Luis. El retrato es sorprendente
dejando el trabajo aparte.
Mar. Con decir, no entiendo el arte
sale usted por la tanjente.
Tú estás callado papá
y en mi trabajo meditas.
And. Las escenas son bonitas, (Co ndisimccion
y bien dibujado está. marcada.
Mar. Mamá, te parece fiel?
Eug. El estudio es muy profundo..
él habla con todo el mundo,
mucho hay que aprender en él !
Luis. Pues señor, liemos pasado
un rato muy divertido.
And. (Esa descripción ha sido
un dardo que me ha clavado.)
Luis. Mira Andrés, ya son las dos.
And. Almorzaremos después.
Luis. Vamos al negocio?
And. Pues !
Eug. Hija, te ha inspirado Dios !
Mar. Por qué no almorzáis primero *?
And. (Oh! Dios mió, que tormento!)
No, hija, no; en otro momento,
Voy á tomar el sombrero.
Luis. Muy pronto terminará
su trabajo.
Mar. Sí, aunque malo,
este cuadro es un regalo
que le destino á papá.
And. Ya estoy de vuelta: a marchar.
Eug- Te vas, Andrés ?
And. Sí, hasta luego.
Eugenia, mira, te ruego,
si me vienen á buscar
que esperen en el salón.
Luis. Señora ! Adiós Margarita.
Mar. Don Luis
Eug Adiós
Luis. (Pobrecita ! . . . .
me torturó el corazón.)
ESCENA III.
Eugenia y Margarita.
Mar. Ah ! mamá!
Eug. Hija querida !
Oh í tu cuadro es prodijioso;
él ha abierto una honda herida
en el pecho generoso
de tu padre.
Mar. Por mi vida
que solo Dios lo ha inspirado*
El ha nacido de aquí: —
es la obra que he imaginado
para vencer al malvado
que la paz robó de tí.
Eug. Ven á mis brazos por Dios
y mi corazón oprime;
tu inspiración es sublime;
con él venciste á los dos
y tu padre se redime.
Mar, Oh 1 Dios lo quiera ! talvez
ese cuadro, madre mía,
ciará su fruto después.
Eug. Oh S Margarita, en él fía
por que Dios redentor es.
ESCENA IV.
Las Mismas y un Criado,
Cri. Pregunta un joven, señora,
por Don Andrés Alarcon.
Eug. Di que pase á este salón
que „mi esposo vuelve ahora. (Se vá el
criado por el foro y Eugenia y Margarita
á su habitación.
ESCEKA V.
Ricardo (Entrando).
Que en este salón espere
que Don Andrés volverá. . . .
Ah ! tanto he esperado ya
que no es bien me desespere.
Yo que con tanto deseo
busco donde trabajar,
ya me he llegado á cansar
corriendo Montevideo.
En todas partes lo mismo ;
no necesito, otro día. . . .
siempre aquella letanía
de su mezquino egoísmo.
Mundo ! tan joven y voy
ya conociéndote, mundo !.....
es que hice estudio profundo
del mundo y de lo que soy ! . . . .
Oh ! Dios ! cuando quise yo
cobrar lo que fué mi herencia,
de mi edad é inesperiencia
torpemente se abusó.
Un hombre, un hombre sin fe,
sin honor, sin hidalguía,
me robó la hacienda mía
y á" mendigar me quedé.
Oh ! tal vez, pudiera ser
que yo le llegue á hallar,
y entonces le he de tomar
cuenta de su proceder,
Ya el niño es hombre, y perdón
no hay por su abuso insolente.
Yo le he de marcar la frente
con el sello de ladrón.
ESCENA VI
El Mismo y Andees.
Rio. Caballero. . . .
And. Tanto honor. . . -
— :JS —
Ríe. Sois don Andrés Alarcon V
And. Vuestro servidor.
Etc. Perdón
si molesto.
And. No señar.
Por qué no se sienta usté?
Ríe. Mil gracias. . . .
And. Usted decia. . .
Ríe. He leído, no sé que dia
un aviso,. «...
And. Ya, ya sé.
Sobre venta de un terreno
de quince varas de frente. . . .,
Ríe. No señor, de un dependiente
que usted precisa.
And. Está bueno.
preciso : ¿ y usted quién es ?
¿escribirá usted corrido?
y vamos, habrá usted sido
dependiente alguna vez ?
Ríe. Por mi mala estrella fui
dependiente una ocasión ;
yo nací para patrón
y ahora usted vé que. . . .
And. Sí
su fortuna habrá perdido.
Ríe. Mucha me dejó mi padre,
mas un tio de mi madre
me la ha robado y fundido.
Un hombre, señor, que fué
desde mi infancia el tutor ;
ese hombre era jugador
y todo lo perdió á fé.
Es muy largo de contar ;
de Buenos Ayres huyó
39
y allí señor, me dejó
teniendo que mendigar.
Cuantas veces en mi afán
corriendo desesperado,
iba en mi llanto anegado
sin poder comprar un pan !
Así he creído señor,
lleno de íntima esperanza
y soñando en la venganza
del que ha robado mi honor.
Dispénseme si indiscreto
abusé de su paciencia ;
pero señor, mi conciencia
guardar no puede el secrete.
And. Perdone usted la pregunta.
Su nombre de usted cual es !
Ríe. Ricardo Pérez Arbués,
muy servidor. . . .
And. (Aquí junta
una coincidencia veo.)
Y el nombre de ese su tío ?
Ríe. Luis Arbués, quien desconfío.
que vive en Montevideo.
And. Luis Arbú. . . . (Cielos el es I)
Y alguno por usted fía ?
Ríe. No tengo mas garantía
que mí celo y honradez !
And. Puede usted volver ; quizas
en otra ocasión que hablemos
este negocio arreglemos.
Ríe. (Otro desengaño mas 2)
And. En tanto esta casa está
á sus órdenes y espero. . . -
Ríe. Agradezco caballero. (Vá á salir y al
~cr á Margarita que entra, hace una exclamación.)
— 40 —
ESCENA VIL
Los Mismos Eugenia y Margarita.
Ríe. Margarita !
Mae. El es mamá, ! ... .
Eüg. Quién hija ?
Mar. El que me salvó. . .
And. Que la salvó?. . . . no comprendo.
Eug. Que sois el joven entiendo
que á mi hija. . . .
Ríe. Señora, yo. .. .
And. Pues señor, no es tontería.
Que la salvó ?. . . .mas de qué ?. . .
Eug» Andrés este joven fué
quien á Margarita un día
salvó de un peligro inmenso,.
aun esponiendo su vida.
Ríe. Señora, en esa partida
que mucho gané yo pienso.
Porque cumpliendo un deber
á costa de una existencia
sobre quien pesa la herencia
de un horrible padecer,
no hice, señora,, gran cosa,
puesto que otro en mi lugar,
la hubiera puesto al azar
por esa deidad preciosa í „
Mar. (Es desgraciado, por Dios !)
And. Pero en fin, quiero saber
algo de ese proceder,
que me encomendáis las dos.
Ríe. Señor, es fácil. Un día,
diie mal, era una tarde
— 41 —
de esas en que el alma arde
envuelta en melancolía.
Yo paseaba tristemente
por Jas orillas del mar,
imaginando encontrar
un consuelo : — de repente
llegué de esta niña al lado
sin que acaso me sintiera,
cuando vi que á la carrera
venía un coche desalado.
Ver el peligro cruento
en que esta niña se hallaba
y volar donde ella estaba
fué mi solo pensamiento,
Llegué á su lado, y allí
ya los caballos llegaban
y con su casco pisaban
sus vestidos ¡ pese á mí í
Llegar y tomarla, fué
en mis brazos, un momento ;
veloz como el pensamiento
de aquel sitio la arranqué,
Teniéndola ya en mis brazos
por allí mismo pasaron
las bestias, y se estrellaron
haciendo el coche pedazos ! '. . .
Desmayada quedó; á fé
nada sintió del tormento;
volvió en sí, y yo al momento
me despedí y me alejé.
líe aquí la narración
que ahora quiso usted saber.
Yo cumplí con un deber
que dictó mi corazón !
42 —
Hubiera sido egoísmo
el no hacerlo, y me parece
que mi acción nada merece.
Usted no hiciera lo mismo ?
And. Ah ! sí, sí, pero á mi ver
usted devolvió mi hija,
y e? grande acción si se fija
porque pudo perecer.
Kic. Señor, si me espuse yo,
es que estaba en el camino :
fué de su hija el destino
don Andrés, quién la salvó.
Eüg. Reciba usted caballero
el cariño de una madre.
And. Y permita usted que el padre
su mano estreche el primero.
-Sic- Oh ! por cumplir un deber
yo nada merezco, nada.
Ya os dije ; en esa jornada
gané sin nada perder.
Eüg. Yo no comprendo.
Eio. Me esplico
un hombre pobre y que llora,
jamás recibe, señora,
congratulación de un rico.
Y vuelvo á decir, así
que sin esponer yo nada,
ay ! gané en esa jornada
agradecimiento aquí.
Mak. Oí con sumo placer
la narración de esa historia,
que, aunque fija en mi memoria
la tengo que agradecer.
Perdone que en mi alma guarde
lo que hoy el pudor me veda. . - -
vendrá tiempo en que lo pueda,
¡ si para los dos no es tarde !
Ríe. Señorita, por piedad !
usted me abruma con eso
y soy feliz ; lo confieso
siento aquí, la vanidad ! . —
Permítame usted decir,
mentir, fuera un desatino ;
• usted ha abierto el camino
de un hombre hacia el porvenir.
Acostumbrado á llorar,
pobre, solo é ignorado,
yo jamás había soñado
un mundo donde gozar.
Y no pensé haber hallado
en nuestra vida, señora,
una frase encantadora
que me hubiera transformado.
Que avezado á los rigores
de mi estrella sin bonanza,
jamás tuve la esperanza
de gozar en mis dolores.
He sufrido hora tras hora
sin consuelo, ni un instante;
soy un pobre vergonzante;
esta es la verdad, señora.
A esta casa he llegado
deseándome colocar
Porque quiero trabajar
para vivir.
Mar. (Desgraciado !)
Ríe. Ahora dejadme marchar ;
ya habéis oido mi relato ;
llevo aquí vuestro retrato,
44
y aquí en el pecho su altar.
Eug. Se va" usted?
Eic. En el instante. . . .
Mar. Y volverá usted ?. . . .
Eic. Tal vez. . . a
And. Lo espero á usted otra vez.
ESCENA VIII.
Los Mismos y Luis-
Luis. Se puede entrar?
And. Adelante.
Ola Luis, tú por aquí ?
Luis. Mi señora. Señorita. ...
Ríe. Cielos ! él és ! Margarita,
este hombre me ha puesto así!. . ....
Ha olvidado hasta mi nombre. . . .
ya se vé. lrr di - -años !..-..
Hat: pasado ¡quince años
y aun reconozco á ese hombre.
Luis. Tal vez os interrumpí .
Ríe. Yo la palab.ia tenía,
y al entrar usted, decía
que era muy feliz aquí, (con atención.
Luis Ya lo creo.
Ríe. Muy feliz!. . ..
Yo decia en este instante
que era un pobre vergonzante ;
muy pobre, señor don Luis !
Luis. Y usted me conoce ?
Ríe. Pues,
ha tiempo nos conocemos.
Luis. No es difícil, tantos vemos
en el teatro, en los cafées. . . -
Ríe. El café buena pamplina !...„.
el teatro, no he visto un drama ;
45
digo, si ver no se llama
un cartel en cada esquina.
Pues entonces yo no veo
si en alguna otra ocasión. . . .
Data nuestra relación
de tiempo atrás, según c,-eo.
No entraré á hacerle ¡a historia
de otro tiempo mas feliz ;
pues veo, señor don Luis,
que es muy frágil su memoria,
He apuntado á usted un poco
de un pasado algo halagüeño ;
para usted fué todo un sueño.
Luis. (Andrés, este chico es loco.)
Eug. (Hay algo que no comprendo
en su lenguage marcado.)
Mar. (El ha sido desgraciado,
por sus palabras lo entiendo.)
Luis. Hoy estoy de mal talante
y este podrá divertirnos, (á Andrés.)
Quiere usted joven, decirnos
lo que habla el mundo elegante ?
Como. ?
Las noticias que hay
Noticias? no sé ninguna.
No ha leido usted "La Tribuna"?
No hay nada del Paraguay ?
Ríe. Mucho habrá, mas nada sé ;
que me interesa muy poco.
Luis. Andrés este chico es loco,
lo he dicho y lo sostendré, (á Andrés.)
Pues bien, ya que nada sabe
de los diarios, de su historia
cuente algo, que en su memoria,
algo de invectiva cabe
— 46 —
Ríe. Mi historia ? á esto se arguye
que á usted nada le interesa.
Mi historia, señor empieza
donde la de usted concluye.
Luis. Qué demonio ?. . . .Cómo así ?
Ríe. A su buen juicio lo dejo :
usted don Luis, es 3ra viejo
y yo ayer recien nací.
En esa época, don Luis,
me envolví en blancos pañales :
hoy no tengo cuatro reales,
ya vé usted si soy feliz ! . . . .
And. (Dios mió ! que situación
en la que Luis me coloca !)
Maií. (Cada frase de su boca
encierra una acusación.)
Luis. Y vuestros padres ?
Ríe. Murieron.
Luis. Y fortuna ?
Ríe. Me dejaron. . . .
Luis. Y tan pronto se acabaron
los pesos que ellos le dieron ?
Ríe. Se acabaron ?. — no señor.
Nací sin suerte ninguna,
y de una pingüe fortuna
se hizo cargo mi tutor.
Luis.
Ola 9 '
Ríe.
Si señor, lo dicho,
yo quedé pobre, arruinado.
Luis.
Y su tutor ?
Ríe.
Ha quedado
con lo mío.
Luis.
Por capricho ?
Ríe.
Por capricho ? desde luego :
pero la verdad completa
es que quedó en la carpeta.
de alguna mesa de juego.
Luis. Entonce, era jugador. —
.Ríe. Su fama así lo asegura.
Luis. Para el cuadro otra figura (á Margarita.)
que bosquejará el señor.
Maií. Oh ! mi cuadro está completo ;
no hay en él nada de estraño.
Ríe. El señor dará á usted paño (á Margarita,)
para hacer otro boceto.
And. (Dios mió en que parará?)
Eug. (Todo esto me hace creer. — )
And. (Cuanta audacia es menester
para sostenerse ya. — )
Luis. Siendo usted tan perspicaz
¿ como tan pobre se encuentra ?
Ríe. Porque en mis planes, no entra
el disfrazarme jamás !
Luis. Según eso usted cree
que el disfrazarse es un medio
Ríe. Sí, de distraer el tedio
como lo distrae á usted
Hay tres clases, pienso yó,
de pobres, si se medita :
hay los pobres de levita
que usan cadena y reló.
Hay otros pobres que son
los que muestra la esperiencía;
son los pobres de conciencia,
los pobres de corazón.
Hay otros que despojó
su tutor en dos instantes ;
estos son los vergonzantes
— 48 —
á que pertenezco yo! .
Lms. El chico es hábil.
And. Pues no?....
Toca la cuerda secreta.
Mae. (Oh! no encuentro en mi paleta
las tintas que busco yo !. . - -
Será que mi corazón
con su ser se identifica ?.....)
Luis. Oh ! por lo que usted espüea. . .
-Ríe. Seguiré mi narración
De los primeros, verdad
que el mundo entero está lleno ;
á esos recibe en su seno
3a orgullosa sociedad.
Ella no inquiere jamás
porque á ese hombre lo recibe. .
calza guantes, se concibe
que es rico, opulento, audaz !
Para mí no es novedad
que el gran mundo los admita,
■son los pobres de levita
los hombres de sociedad !
Los segundos, todo un rey
no tiene tantos dominios ;
garanten sus latrocinios
con el nombre de la ley.
Son tutores por ejemplo
de un huérfano desgraciado,
y dicen, yo le he educado ;
para él mi casa es un templo. . .
Y es mentira ; sin razón
]e robó al niño la herencia ;
yon los pobres de conciencia,
los pobres de corazón ! . . . .
Los terceros son, señor»
— YJ —
ios que como yo sufriendo
van su pena consumiendo
y arrastrando su dolor.
Y esos que sufren así,
miserables, delirantes,
son los pobres vergonzantes
á que antes me referí.
Luis. Bien, muy bien !
And. (Tiene razón. . ..)
Eug. Que grandes verdades dijo !
Ríe. Señora, amargas, de fijo
mas grandes verdades son ! . . . .
Eug. Vamos á comer.
And. Bien, sí. . _ .
Luis. Es hora ya por mi vida. . . .
después de esto, la comida
sentará muy bien.
Ríe. Aquí
estoy ya demás pardiez !
Luis. Se retira "?
Ríe. Es mi deber.
And. No queda usted á comer '?
Ríe. Gracias, volveré después.
Mar. Se vá usted ?
Ríe. Ay, señorita !
tengo el alma hecha pedazos;
ahogaría entre mis brazos
á ese infame, Margarita !
Le aplazo á usted. ... (¿ don Luli
Lms, Está bien.
y para cuando ?
Ríe. No sé*.
Luis. Para mañana ?
Ríe. Vendré
si usted se empeña también.
i
— 50 —
Don Andrés, mucho silencio j (aparte &
su casa es mi providencia. Andrés.)
And. Descuide.
Ríe. Por su presencia
tanto sarcasmo prudencio.
Margarita, hasta después.
Mar. Que usted sea muy feliz.
Ríe. Hasta mañana, don Luis.
Mi señora, á vuestros pies.
(Ya la máscara caerá (desde Ja pmrta*£
de ese rostro que hace alarde.)
And. Vamos á comer que es tarde.
Luis. El chico es loco I Já ! já !. . . „
FIN DEL ACTO SEGUNDO,
ACTO TERCERO.
La misma decoración.
ESCENA I.
Eugenia t Andees.
And. Eugenia, ya te lo he dicho,
Luis me ha pedido la chica.
Euo. Andrés, no se sacrifica
á una hija por capricho.
Ah ! que el amor no es pasión
que nace y crece en un dia.
And. Siempre Eugenia, la manía
de hacerme la oposición.
Luis es un hombre de juicio,
muy socegsdo y decente.
Eug. Y llevar á esa inocente
al altar del sacrificio !. . . .
No, Andrés, otra es la misión
que sobre el mundo tenemos;
primero estudiar debemos
de nuestra hija el corazón ;
Y no entregarla, ya vés
así al primero que viene
hay que consultar si tiene
cariño*portél, Andrés.
Si no hay en ambos amor
^felicidad ,no*se halla,
y es porque el alma batalla
con recuerdos de dolor!
Son recuerdos que aquí fijos
van minando la existencia,
y que después, son la herencia
que damos íi nuestros hijos.
02
Los recuerdos de dolor
nunca se borran", Andrés,
ni se aviene el interés
con el verdadero amor.
And. Has concluido?
Eug. Bien, y qué ?
And. Eí argumento se pierde
con dársela á un pisa verde
que la ha jurado su fé.
Pero tú crees por Dios
que un buen padre no desea
que su hija feliz se vea
como hemos sido los dos ?
No crees di — vamos despacio,
que la suerte de esa chica
con mi ser se identifica
que yo la diera un palacio?. . . -
Eug. Mas. . . .
And. Si tú no piensas cual yo
Eug. Pero.
And. Aun no he concluido.
Don Luis no es un buen partido
para Margarita ?
Eug. No!
Un corazón ya gastado
del mundo en el egoísmo,
no basta para sí mismo
porque está ya disecado.
Y mal puede ser íeliz
un corazón virginal,
sintiendo el frío glacial
que puede darla don Luis.
And. Has concluido, Eugenia ?
Eug.x Sí í
And. Pues bien, yo principiare
si das permiso, porque
sola tú hablas aquí.
Eug. Hablé tal vez demasiado.
And. Es verdad.
Eug. Mas tú eres padre
y no ignoras que la madre
que vive de su hija al lado,
sabe cuanto á ella le ofende,
porque traduce su empeño,
porque vela, y en su sueño
sus pensamientos sorprende.
Porque es madre al fin, Andrés,
y á la madre, es cosa fija,
no se oculta de la hija
el pensamiento tal vez.
And. Luego Margarita, di,
ama á otro hombre ?
Eug. Puede ser !
And. Siempre igual ! por Dios muger
habíame claro, que así.
Eug. Bien, tu cariño no ignora
que Margarita, sufriendo,
vá su pena consumiendo
y que padece y que llora.
Un hombre hay que no hace alarde
de una acción muy meritoria ;
ese es el de la historia
que te ha contado ayer tarde.
y malo es, cuando se agita
en nuestra alma una pasión ;
no sofoca el corazón
por mas tiempo, Margarita.
Ella le ama, y en verdad
á solas padece y llora,
y es Andrés, es que atesora
— -54 —
en él su felicidad !
La muger siente sin nombre
un algo que no se esplica,
y es Andrés, que identifica
su corazón al de un hombre.
Prohibirle que le ame, es
matar su fé de repente ;
y la madre no consiente
que maten á su hija, Andrés.
And. Pero puede ser feliz
Margarita, si se fija.
Eug. Y que le importa á mí hija
la fortuna de don Luis !
El aparenta tener
gran fortuna, gran tesoro. . . -
Mas no se compra con oro
el amor de la muger í
Ah ! tú eres padre y jamás
en tus planes habrá entrado
hacer á un ser desgraciado
por el dinero no mas.
Ah, no, jamás! el pudor,
tu rostro Andrés quemaría.
La muger no es mercancía
que se vende á un comprador.
( And. Pero tú nada me has dicho :
has hablado mucho y mucho,
y si yo, Eugenia, te escucho
me cansa ya tu capricho.
Mujer al fin, siempre así
con esa plática eterna. . . .
pues bien, la escuela moderna
es en la que yo aprendí.
Los tiempos pasaron ya
de decir: "mucho te quiero,
— 55 —
no preciso del dinero
con tu amor!" já! já! já!
Y perdóname esta risa
que tu provocas mujer. —
Ño escribiera ahora Saint Pierre
su "Abelardo y Eloisa."
Y es bien claro, y se comprende
que en el siglo en que vivimos,
todo en oro convertimos
porque aquí todo se vende.
Las pasiones, el amor,
todo en el mundo es mentira '.
Ay, Eugenia ! Eugenia, mira
que hasta se vende el honor,
Y no es este un sacrilegio
de mi lengua, no señora ;
hoy hay su locomotora
para cada privilegio.
Y aunque á mí nada me arredra
de cuanto veo, me fundo
en que hoy lo que impulsa al mundo
es solo el carbón de piedra.
Todas son cifras, estás ?
El mundo es un libro inmenso,
donde se anota yo pienso
lo que tú pensando vas.
Esta es la verdad; si quieres
tú piénsalo de otro modo,
pero el siglo, es cifras todo,
y todos son mercaderes.
Hoy el corazón se estuca,
que el mundo así me ha enseñado ;
y esa mejora ha importado
la Europa que nos educa.
Y á la verdad, que eso encierra
— 56 —
cosas que he comprendido ;
ese egoisnoo ha salido
de la Francia y la Inglaterra»
Y á la América ya ves
que han dado en llamarla rica;,
pero esta frase se esplica
por que está vírjen tal vez.
Que comprenderás infiero
lo que te dejo esplicado :
nada se dá en el mercado
con amor, sino hay dinero.
Con que así, di me ¿ qué hacer t
Ella á don Luis no le quiere,
y es por que al otro prefiere
que no tiene que comer.
Él dinero es, y me fundo
por mas que el alma te labre
la llave maestra que abre
las puertas de todo el mundo»
Hoy se amaría aun vestiglo
por que el dinero atesora :
esta es la verdad, señora,
este el retrato del siglo.
Lo demás es divagar,
el siglo marcha á carrera,
sigámosle donde quiera,
donde nos pueda llevar.
Eug. He oido atenta, asi mismo
tus razones, y me esplico?
que el ser que no nace rico
debe sufrir su egoismo.
De manera, Andrés, que el pobre>
que el infeliz desgraciado,
ha de vivir despreciado
por ím corazón de cobre ?
De manera que el amor,
la virtud, la dignidad,
la hidalguía, la verdad,
la conciencia y el honor,
deben guardarse á porfía
en el cajón de un armario,
cubiertas por el sudario
de la vil hipocresía?
Está bien que se conceda
el perdón álos que oprimen ?
And. El dinero oculta el crimen
con un antifaz de seda !
Es la verdad : nada vés
en este mundo egoísta ;
donde la virtud asista
solo asiste el interés.
Y así Eugenia, entra en razón ;
la pasión de Margarita
es una arista que agita
apenas el aquilón.
Cuando el soplo de verdad
su tallo débil sacuda,
y alguna verdad desnuda
pueda ver en su fealdad,
entonces tarde será ;
al cielo alzará sus ojos,
y bajo el pié los abrojos
siempre sintiendo estará.
No es que oponerme yo quiera
á su dicha jamás, nunca !
Pero ¡ ay Eugenia ! se trunca
esa flor de primavera.
Al que ella le guarda amor
es muy pobre y nada tiene,
y en pos de la dicha viene
— 58 — -
e\ llanto amargo, el dolor.
Ese llanto febriciente
que las mejillas calcina ;
ese llanto que asesina
y que no seca su fuente. —
Es la verdad, hija mía ;
dime si tengo razón.
Eug. No, Andrés, no ; mi corazón
rechaza tal felonía.
Si por ser pobre en verdad
el que á mi hija ha salvado,
ha de vivir despreciado
por la necia sociedad,
yo mi mano le daré*
le ayudaré á combatir,
y así podrá conseguir
lo que le inspira su fé.
Que tengo afecto por él,
por que Andrés, es desgraciado.
Eecuerda lo que has pasado,
recuerda tu suerte cruel ! . . . .
Y piensa que. . . .
And. No hay mas :
de hacer lo que he dicho aquí,
yo mi palabra le di
•y tú la tuya. . „ .
Eug. Jamás í
Piensa que ese corazón
que recien se abre á la vida,
jamás puede dar cabida
á una bastarda pasión.
Atíd. Pues Eugenia, no hay que hablar ;
tú á Luis se lo dirás,
que yo no diera jamás
palabra para faltar.
— 59 —
Mas piensa Eugenia, que un dia
llorarás mal que te pese
Eug. No, Andrés, que me parece
ver feliz á la hija mía.
Su vida recien empieza ;
es joven, hermosa, honrada,
y bien puede ser casada
y vivir en la pobreza.
Que no siempre en el tesoro
la felicidad está ;
la virtud es la que dá
la tranquilidad, no el oro !
ESCENA II.
Los Mismos y Margarita.
Mar. De qué se trata papá?
And. De tu dicha, Margarita.
Mar. Esplícame
Eug. (Pobrecita !)
And. Ya te lo dirá mamá. (Se va.)
ESCENA III.
Eugenia y Margarita.
Mar. Me lo dirás?
Eug Por que no ?
¿ qué hay que ocultarte pudiera 1
(Ay ! Dios mío ! bien quisiera
el no decírselo yo !)
Mar- Papá me dijo al salir
que tú me dirías. . . .
Eug Sí ;
hace algún rato que aquí
se habló de tu porvenir.
— 60 —
Mar. De mi porvenir ? y bien,
no es aquí muy venturoso?
Eug. Tu padre habló de un esposo. . . .
Mar. De un esposo ? y para quien ?
Eug. Para tí. .
Mar. Soy muy feliz
mamá viviendo á tu lado.
Y quién es el agraciado ?
Eug. Es Margarita. don Luis.
Mar. Don Luis ! Mamá por piedad .
y papá pudo pensarlo?
Olí ! no vio que al nombrarlo
hería mi dignidad ?
Yo la esposa de don Luis ?
Dios! en vergüenza me abrazo ! -
Y pudo pensar acaso
que ese hombre me haría feliz ?
Pudo pensarse que yo
mi mano diese aun malvado,
con el corazón gaseado ?.
Y tú dijiste?
Eug. Que no ! . . . .
Mar. Vuelve la tranquilidad
ámi pecho, madre mía.
Eug. Ah ! Margarita, en mí fía !
Amo tu felicidad !
Mar. Oh ! madre ! á cuanto me obligas !
Tú curas mi corazón.
Eug. Espera en este salón
y á tu padre nada digas.
Mar. Sí mamá, me quedo aquí
mi trabajo continuando
Eug. No llores que está velando
tu madre siempre por tí. (Se vá.)
— 61 —
ESCENA IV.
Margarita (Sola.)
Ser la esposa de don Luis ! . . . .
Y aun lo pretende ese infame ! — .
Me arranca, al pensar que rr.e ame,
del corazón la raíz.
Amarle, Dios de Israel !
si al pensarlo me dá miedo
Amarle, cuando no puedo
sentir mas que odio por él ! . . . .
Amarle, cuando anhelante
á otro mi cariño he dado,
y aquí en silencio guardado. . . .
ESCENA V.
Dicha y Ricardo.
Ríe. Se puede entrar ?
Mar. Adelante !
(El és, Dios mío, él és !)
Ríe. Señorita
Mar. Caballero
Ríe. Si molesto á usted, espero. . . .
Mar. Molestarme ?
Ríe. Don Andrés.-. . .
Mar. Creo que está en su aposento.
Usted esperarlo puede.
Ríe. Muy bien, si usted me concede
espero.
Mae. Tome usté asiento.
Ríe. (Oh, Dios ! y que situación!)
Mar. (Que situación es la mía !)
Ríe. Señorita.
Mar. Usted decía
Ríe. Nada.
62
Mar.
Ha sido ilusión.
Ríe
(Cielos ! como empezaré.)
Mar.
(Qué le diré, yo no acierto.)
Ríe.
(Estoy en la silla muerto.)
Mar.
Decía usted. . . .
Ríe.
Nada
Mar.
Pensé
Ríe.
(Vuelta otra vez á lo mismo.)
Mar.
(Estoy dudando si vivo.)
Ríe.
(El amor es siempre esquivo.)
Mar.
(Me vá ¡í dar un parasismo.)
Ríe.
(No sé si me atreveré.)
Señorita
Mar.
Caballero
Me hablaba usted ?
Ríe.
Sí, y espero
que esta vez. . . .
Mar.
Prosiga usté
Ríe.
(No sé por donde empezar.)
Recuerda usted aquel dia
en que por la suerte mia
yo la pude á usted salvar?
Mar.
Si lo recuerdo ?.,... Constante
lo he tenido en mi memoria ;
ese dia es de mi historia
Ja página mas brillante.
Ríe.
De veras ?
Mar.
De veras, sí ;
por que á esa historia se aumenta
lo que usted no toma en cuenta.
Ríe.
Qué pues ?
Mar.
Que le conocí
Ríe.
Margarita, eso es verdad ?
Recordó usted algún dia ? .
— 63 .—
Mar. Sí señor, de su hidalguía,
de su valor, su lealtad.
Ríe. Margarita, qué decir
uo sé en aquesta ocasión ;
dice algo mi corazón
que no puedo traducir.
Siempre llorando ha vivido
en este mundo inclemente,
sin hallar un alma ardiente
que comprenda su latido.
A usted la encontré una ve?
Margarita, en mi canino
y de entonces mi destino
cambió de pronto, tal vez.
Por el llanto, á la verdad
me retiré, que me ahogaba,
y es que acaso presajiaba
mi alma la felicidad.
por todas partes busqué
el rostro de Margarita,
y con mi estrella maldita,
siempre, áiempre me estrellé.
Quehacer? — me dije, quizás
con el alma hecha pedazos
voy á entregarme en ios brazos
de mi destino íenáz.
Por otra parte veía
mis dichas desvanecerse,
y en lontananza perderse
i a visión del alma mía.
Mi llanto sentí correr
de mis ojos con presteza,
me rodeaba la pobreza
que la podia ofrecer
— 64 —
ESCENA VI,
Los Mismos y Eugenia (en la puerta.)
Mar. Ofrecerme ? Y usted cree
que el alma que usted ha herido,
la ambición la ha corrompido ?
No, que está vírjen á fé ;
y al oir esos sonidos
el alma que aquí se agita,
; ah ! no puede Margarita
resistir á sus latidos.
Ríe. Dios mió ! Dios de los buenos !......
tú que mi lloro has oído
y ya que infeliz he sido,
que goce un momento al menos.
ESCENA VII. '
Dichos y Andrés (desde la puerta.)
Ríe. Me amas Margarita ?
Mar. Sí,
te adoro con toda el alma !
Eie. Dios mió ! préstame calma
para resistir aquí.
Imploré ferviente áDios,
que Dios ampara al que llora! .
Eug. Cuanto se aman !
And. El la adora.
Eug. Cuan venturosos los dos!
And. Señor Pérez!
Ríe. Don Andrés
And. Me esperaba ?
Ríe. Hace un momento
que llegué.
And. En mi aposento
estaba con interés
bo
registrando vinos legajos. . . .
Ríe. Siento si lo he molestado.
And. Al revés, ya fastidiado
me tienen esos trabajos
Mak. (Madre mia, soy feliz.)
Ríe. No estrañe usted mi visita;
vine á cumplir una cita
que di en su casa á don Luis.
And. Uusted es dueño, y me place
verle aquí.
Ríe. (reparando en Eugenia.) Señora mia-,
perdóneme si no habia
saludado á usted
Eug. Nada hace;
recien entro
Ríe Ayer señora,
cité á don Luis para hoy
y le espero, por que soy
muy puntual ....
Eug- En buen hora.
And. Muy pronto debe venir,
es la una y ya le espero.
Ríe. vSi usted consiente, primero
quisiera un poco escribir,
Así si usted me permite. . . .
And. Entre á mi despacho, en él
encontrará usted papel
y cuanto allí necesite.
Ríe. Gracias, volveré al instante.
ESCENA VIII.
Dichos, menos Ricardo,
And. Hija ven; he sorprendido
tus palabras, y he creído
— 60 —
que este joven es tu amanto»
Le amas tú?
Mar. Ah! padre miol
le amo, como te amo á tí;
ese hombre desque le vi
ha robado mi albedrio.
And Y bien, tu poca esperiencia
te hace ver esa pasión,
que al rozar tu corazón
robustece tu inocencia.
Joven, muy joven, el alma
vas á llevar á un combate,
en donde el corazón late
perdiendo toda su calma.
Un combate, que en verdad
al establecerlo un (lia,
Alejamos, hija mía,
de aqui la felicidad!. . . .'
La casualidad ayer
te hizo conocer á ese hombre,
de quien ignoras el nombre,,
de quien ignoras el ser,
y ya aceptas la pasión
llena de dulce alegrja,
sin pensar que.il.ega un cria
en que duele el corazón!
Que tiene ese hombre?, . . .no ves
que es un pobre aventurero
sin un nombre, sin dinero
sin amor por tí, tal vez?
Mar. Padre, perdón; mas no puedo
oir hablar asi de ese hombre:
le amo padre, y aun sin nombre
mi amor todo le concedo.
Aventurero! , . . -papá,
— 67 —
sin fortuna, asi le quiero!
Es por ventura el dinero
quien dá la felicidad?
Ño, padre mió; yo sé
que el amor no es un negocio;
el oro dá el lujo, el ocio
pero no compra la fé.
Eug. Ay ! ella tiene razón;
Tu alma noble lo comprende;
Si hoy aquí todo se vende, (con intención)
no se vende el corazón.
Nunca se puede comprar
lo que es del alma el encanto.
And. Bien, retírate entre tanto (á Margarita)
que voy con tu madre á hablar.
Mar. Madre!
Eug. Margarita sé
lo que una pasión encierra;
ella es noble, y en la tierra,
todo lo alcanza ia fé
(Eugenia acompaña, á Margarita hasta la puerta
de la derecha, y le dá iin beso.)
ESCENA IX.
Dichos menos Margarita.
And. Ven Eugenia, ven y escucha.
Tú que á mi hija has creado,
y que al bien la has acercado,
por qué la pones en lucha ?
Tú que la amas como yo,
que sabes que es noble y buena.
por qué tu amor la condena
al rudo dolor ?
Eug. Ah ! no !
— 68 —
Condenar yo á Marrgarita,
cuando es ella mi bonanza ;
cuando es ella la esperanza
que aquí en mi pecho se agita?.
Ño Andrés, no ! lucho contigo
por que la amo demasiado.
And. Pero dime, y has pensado
que Luis. . . .
Eug. No es tu amigo.
And. Eugenia ! . . . .
Eug Sí, la verdad,
No te enfades, Andrés nó,
por que digo que él te guió
hacia la fatalidad !. . . .
Un hombre que como él
no se avergüenza del vicio,
y te guía al precipicio
es una sierpe cruel.
Sí, Andrés, él te precipita
en una horrible pendiente.
And. Quien te lo haya dicho miente!
Eug. No miente no, Margarita ! .
Cuando ese cuadro pintó,
fué que oyó cuanto él decia,
y ya vés que la hija mia
todo, todo lo escuchó.
And. Dios mió ! Dios de piedad !
ese cuadro.
Eug. Sí, él te enseña
que lo que allí se diseña
es una amarga verdad !
A.11Í el vicio está pintado
'on sus mas vivos colores ;
tstudia, Andrés, los horrores
— 69 —
que ella aquí te ha bosquejado.
And. Eugenia !. . . .
Eug Andrés no te asombre
lo que has escuchado ahora ;
tu hija que sufre y llora
no puede unirse á ese hombre,
And. Bien Eugenia, vete ya ;
siempre me dices lo mismo :
no sé por qué tu egoísmo
en oposición está.
Vete, yo sabré que hacer ;
déjame pensar, que quiero. . . .
Eug. Andrés, te dejo y espero
dentro un instante volver.
And. Sí, sí, que mi corazón
necesita solo estar.
Eug. Muy bien, te voy á dejar.
(Oh ! venga á él la reflexión !) (se vá)
ESCENA X.
Andkes (solo.)
Fatalidad de mi estrella !
esto es sufrir demasiado !
Mi mujer me ha condenado
á estar sometido á ella.
Sí por Dios ! . . . . es menester
acabar tanto martirio. . . .
esto me causa un delirio
que no puedo comprender.
¿ Por qué así á mi corazón
tan torpemente taladro ?
Dios de Dios ! Siempre ese cuadro ! . . .
Eugenia tiene razón ! (Trancision)
Luís me conduce al mal,
— 70 —
¡ oh ! jo comprendo yo mismo. . . -
ya tengo el pié en un abismo
y es un abismo fatal ....
Qué hacer ? Oh ! la reflexión
puede ó no puede en el hombre ? „
Hay algo que así me asombre
cuando tengo corazón ?
Sí, él me dice, bien á fé,
cuanto Eugenia aquí me dijo.
Antes que padre fui hijo,
y mi padre honrado fué.
El vicio ? ... mi hija ! . . Oh baldón r
que ese cuadro representa?
Kobo y mató, cruel afrenta,
una horca ! . . tiene razón !
Honrado he sido ; de hoy mas
ninguno podrá tacharme :
necesito reformarme .
tú razón me ayudarás !
Oh ! sí, que mi corazón
de un bálsamo necesita !
Bien . .Eugenia ! Margarita !
Venid que tenéis razón!. . . . (llamando)
ESCENA XI.
Dicho, Margarita y Eugenia.
And. Ven, y aunque me taladre
la confesión soy dichoso.
Eugenia abraza á tu esposo !
Eug. Ah !
Mar Dios !
And. Estrecha á tu padre !
Mar. Padre mió, en tu regazo !
Eug. Ah ! mis sufrimientos calmas ! . . . =,
— 71 —
And. Y junte Dios nuestras almas
por siempre en un solo abrazo! (las abraza)
ESCENA XII.
Los Mismos y Luis (desde la ¡mola.)
Luis. Estáis contentos aquí
Eug. (Siempre ese hombre !)
Luis. Por mi vida
que ese placer me convida
á gozar también á mí.
Mi señora, Margarita. . . = ( 'saludando.)
Eug- Señor don Luis. . . .
Mar. Caballero
And. (Siempre él!)
Eug. (Eu Dios espero !.)
Luis. Fui á hacer una visita,
pero eso no privaba
que viniera aquí á buscar
una dicha que encontrar
há mucho tiempo soñaba.
Eug. Don Luis 1
Mar. Señor ! .
Luis. Andrés mió,
hiciste algo en mi favor'?
And. Yo. . . .
Luis. Vamos, vamos, el amol-
de tu hija te hace tan irio ! , . . „
son los padres siempre así ;
no estraño el cambio que veo. . . .,
las hijas son el recreo
Je los padres.
And. Eso. . sí. . . . (con embarazo)
Luis. Las hablastes ?
And. Sí.
Í4HS. Y que ?
7í>
Ani>. Que la niña se resiste -
Luis. Y dice ?
And. Que no le asiste
cariño por tí.
Luis. Ya sé
la mujer es caprichosa,
y querrá que yo hable claro.
No tendrás ningún reparo
en que diga cualquier cosa?
And. Reparo !'. . y por qué ? . . no Luis ?
habla con ellas.
Luis. Pues bien,
la niña comprende, quien
pueda hacerla muy feliz !
Margarita ! . . . .
Mae. Iba á decir.
Luis. La noto á. usted algo esquiva
apesar que solo estriva
en usted mi porvenir.
Mar» No entiendo. . . .
Luis. Me esplicaré.
Creo no se habrá ocultado
que en mi pecho ha germinado
una pasión por usté.
Mae. Por mí don Luis ? Y ha podido
guardarla oculta en su pecho ?.
Luis. Sí, Margarita, á despecho
de mi corazón ha sido.
Por que él estallando está
con ese amor soberano.
No me dará usted su mano f
Mae. Pregunte usted á papá. . _
Luis. De usted quisiera escuchar
algo ; por Dios no se asombre.
— 73 —
ESCENA XIII.
Dichos y Ricardo (desde la -puerta.)
Ríe. (Ola ! aquí está mi hombre
tratando de conquistar.)
Luis. Andrés
And. ( Que he de decir no sé.)
Luis. Mas Margarita, usted siente. —
Mae. Don Luis, mamá está presente.
Luis. Y bien ?
Mar. Pregúntele usté.
Luis, Señora. . . -
Eug. (Qué hé de decir.)
Luis. (Oh ! venga Dios en mi ayuda !)
Ríe. (Esta es una escena muda
en que yo debo salir.)
Luis. Oh ! sería muy feliz
si usted pronunciara un sí .
Ríe. Pues señor ya concluí.
Felices, señor don Luis !
Luis. Muy felices. .(G-anapan !
Qué vendría á hacer aquí?)
Ríe. Acaso le interrumpí ?
Luis. No!
Ríe. Estaba con tal afán,
siguiendo usted un debate
con audacia y bizarría. . . .
Tenia usted su batería
para seguir un combate.
Sería usted muy íeliz.
Luis. Sepa usted que le desprecio
por que es usted un necio.
Ríe. Mil gracias, señor don Luis í.
Luis. (Oh ! Dios, y que situación !)
Ríe. (No hay que arredrarse Dios mío t).
(Señor, en tu gracia fío !)
And. (Te preciso corazón !)
Eug. Concluyó usted?
Ríe. Sí á fé mía ;
Como no tengo que hacer. . . -
Luis. Bien podia usted vender
billetes de lotería.
Ríe. No tengo quien me garanta,
luego no sé negociar.
Luis. Eso se puede arreglar,
de poca cosa se espanta.
No vé usted mil chiquitines
por esas calles correr
gritando á mas no poder ;
boletines ! boletines !
Haga usted lo que ellos.
Ríe. Yo!
Luis. Y vivirá usted contento. . . .
no haga usted el opulento
cuando tan pobre nació,
Y le daré en la ocasión
que acaso sea oportuna,
para El Siglo 6 La Tribuna
buena recomendación.
Y vá usted por donde hay
de esos cimentes constantes
gritando: — "Muy importantes
noticias del Paraguay!. — "
Mil gracias, á no dudar
yo para usted se lo dejo;
no le he pedido consejo,
mal me lo puede usté dar.
Ya dije, señor don Luis,
en otra ocasión que hablamos,
que son los pobres que ñauamos
— 75 —
de diferente matiz.
Lo volveré á repetir
por si usted no lo recuerda.
(Voy ó tirarle la cuerda
y á no dejarle salir.)
" Hay tres clases, dije yo,
" de pobres, si se medita;
44 hay los pobres de levita
kt que usan cadena y reló.
" Los segundos, todo un rey
" no tiene tantos dominios ;
" garanten sus latrocinios
" con el nombre de la ley.
" Son tutores por ejemplo
" de un huérfano desgraciado.
" y dicen :— Yo le he educado :
" para él mi casa es un templo.
"Yes mentira Ya se vé,
" le robó al niño su herencia. . . ,
" Son los pobres de conciencia
" á que pertenece usté !
Luis. Villano ! . . . .
Ríe. Don Luis, no hable.
Eug. Y qué es lo aquí pasa '?
And. Luis ! . —
Mar. Ricardo !
Ríe. Es que á su casa
ha entrado este miserable !.
Señora, perdóneme. . . .
And. Señor Pérez, esto que és ?
Ríe. Me llamo Ricardo Arbués, (á Luis,)
don Luis !. — me conoce usté ?
Luis. Ricardo !
Ríe. Sí, no se asombre :
mucho debe ú su cariño
7ü
aquel inocente niño
que ya hoy encuentra hombre!
Ahora, si me permitís,
recordaré aquella historia
que guardará en la memoria :
escuche, señor don Luís.
" Los terceros, son señor,
" los que como yo sufriendo
" van su pena consumiendo
" y arrastrando su dolor.
" Y esos que sufren, ó no,
" miserables , delirantes,
"■ son los pobres vergonzantes
" á que pertenezco yo ! . . . .
Mae. Ricardo !
And. Pérez i
Ríe. No es nada ;
las consecuencias arrostro.
Voy á arrancar de ese rostro
esa careta menguada !
Mar. Ricardo !
Luis. Es un impostor,
no tiene pruebas, él miente !.....
Ríe. Voy á marcar en la frente
á ese infame jugador ! . . . .
Mar. Ricardo, espera que te hable. . . «
And. Qué hace usted ?
Ríe. Yo, nada mas
que arrancar el antifaz *
que cubre á ese miserable !
And. Es que ese hombre.
Ríe. Bien, y qué?.
And. Que en mi casa no consiento. . . .
Ríe. Don Andrés, solo un momento
es lo que le pido á usté.
Y en mi opinión me aferró,
que es usted mi providencia.
Voy á poner su conciencia
en una argolla de fierro.
Eug. Pérez ! . . . .
Mar Cielos!
And. Cómo así. . . .
Ríe. Tomad. (le díi un legajo)
Luis. (Me tiene impaciente.)
And. Y qué es esto ?
Ríe. El espediente
de un pleito que yo seguí.
Usted es procurador
y á su honradez he apelado.
El señor me ha despojado ;
ese hombre fué mi tutor !
Luis. (Cielos! y que situación!)
Ríe Ya concluyeron mis males ! .
/Vnd. Veo que los tribunales (recorriendo el
á usted le dan la razón ! . . . . ^eg°j°)
(Robó también ! . . y no deja
esa vida criminal !. . . .
Ese cuadro es un cristal
donde la verdad refleja !....)
Ríe. Ahora elija, don Andrés,
entre ese hombre intrigante,
y este pobre vergonzante
cuyo norte es la honradez !. . ...
And. Yo siempre estreché los lazos
del nombre con que he vivido ;
Luis, hemos concluido,
Pérez, aquí están mis brazos !
Que si un instante olvidé
'os deberes de mi casa,
¡>erdon, Eugenia, eso pasa.,
pero no pasa la fé.
De hoy mas, para ser feliz,
Luis, no nos conocemos.
Ríe Mire usted que nos veremos
muy pronto, señor don Luis.
Luis. (Me vengaré.)
Ríe. Margarita !. . . .
Luis. (Me vengaré de ios dos.! . ) (se vá)
Ríe Vaya usted, don Luis con Dios
á vender La Tribuidla.
ESCENA ULTIMA.
Los Mismos menos Luis.
Ríe. Mi pena ya era bien harta
cuando á su casa llegué ;
mas ya soy feliz.
Mar. Por que ?
Ríe. Recorra usted esta carta
que anoche la recibí.
Mar. Que dice? ( Con curiosidad)
Ríe. Aguarda que pueda. . ..
And. Por esta carta usté hereda
á un tío, no es esto?
Ríe. Sí.
And. Y bien ?. „..
Ríe. La mano pedia
de su hija quien la ha salvado.
Ya no soy el desgraciado
que ayer mendigar podia. . . .
Eug. Y ocultaba usted su estado
ante un rival poderoso ?
Ríe. Señora, esperaba ansioso
saber antes si era amado,
Ese ángel u) peregrino
— 79 —
tendió piadoso sus brazos,
y esos son los puros lazos
conque nos liga el destino,
Ayer pobre y sin ventura
mi suerte quizo arrostrar. . . -
hoy levantaré un altar
donde brille su hermosura,
Mar. Ricardo !. . . .
And. Tuya es ; en calma
cuenta con que á un ángel llevas:
hazla feliz, tienes pruebas
de la nobleza de su alma !
Y tú Eugenia, que haees gala
de una virtud sin ejemplo,
haz que ese cuadro halle un templo
en la pared de esta sala.
Cuando en la santa quietud
allá en Dios los ojos rijos,
enseñad á vuestros hijos
de ese cuadro la virtud ! . . . .
El me devolvió la calma
con la esperanza perdida !. . . ,
Eucfc Ay ! bendito el que en la vida
conserva la Fé del ASflsaa l
FIN DE LA COMEDIA .
CENSURA LITERARIA.
Montevideo, Julio 30 de 186(1
El Censor de teatros al prestar su aprobación á la
precedente comedia, la recomienda como una de las
produce/unes nacionales, que embellecerán las páginas
df. nuestra naciente literatura.
La moralidad, la sencillez del argumento, el bos-
quejo de los tipos, y sobre todo la naturalidad y fluidez
<lc su versificación, la hacen digna de una recomenda-
ción especial de que no quiere prescindir la censura
■pues que su deba es rechazar lo malo como aplaudir
la bueno.
Puede representarse en todos los teatros de la Repú-
blica, y la recomienda con especialidad á los aficio-
nados Orientales, que tanto propenden á firmar un
Ti airo Nacional.
EL CENSOR
Fermix Ferreira y Artigas-
DOS PALABRAS.
Fuera ingrato si no consignara aqui dos palabras
de agradecimiento á los actores epue en la representa-
ción de esta, comedia, poniendo en juego sus talentos
artísticos, la hicieron aplaudir. — A ellos pues debo el
éxito que ha tenido la fé del alma : — reciban por
tilo el agradecimiento eterno de —
£1 Autor.
En venía en esta Imprenta á precios módicos
I>E IJ. EDUAIÍDO G. GOÜDON.
Ensayos poéticos, un tomo.
BESEIVGAJSiBS PE L«A VIDA
i irania en tres actos y en verso.
AIUOR ESPERANZA Y FJE
Drama en tres actos y en verso.
uu
Drama en tres actos y en verso.
Apropósito en un acto y en verso.
IíA FE DEL AXMA
Comedia en tres actos y en verso.
RIER PRUEBA BM Á
Comedia en tres actos y en verso.
Eli GACETIM.ER©
Comedia en un acto y en verso.
DE D. MANUEL L. ÁCOSTA.
L,A &ITERRA
Xovela americana.
IONIO BE
Xovela local.
:ca cast:
Adoptada como texto para las escuelas de la República.